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CONSIDERACIONES DERIVADAS DE LA GUERRA EN UCRANIA. AÑO TRES

Algunos pensamientos en borrador

25 de marzo del 2024

Francisco Javier Quiñones Minerva Institute

Francisco Javier Quiñones

Os dejamos este nuevo informe sobre la Guerra de Ucrania realizado por el comandante de Artillería, don Francisco Javier Quiñones (Minerva Institute), titulado:

CONSIDERACIONES DERIVADAS DE LA GUERRA EN UCRANIA. AÑO TRES

Algunos pensamientos en borrador.

Resumen

El artículo titulado «Consideraciones derivadas de la Guerra en Ucrania. Año Tres» por Francisco Javier Quiñones (Minerva Institute), fechado el 25 de marzo de 2024, ofrece una perspectiva analítica y crítica sobre la actual guerra en Ucrania, enfocándose en sus implicaciones socio-políticas y geopolíticas más que en las estrategias militares. El autor argumenta que, más allá del conflicto armado, la guerra en Ucrania ha revelado la importancia de la narrativa y la comunicación estratégica (StratCom) en el ámbito cognitivo, donde la población civil se convierte en un blanco prioritario. Quiñones sugiere que la tecnología moderna ha transformado la manera en que se construyen y distribuyen estas narrativas, impactando significativamente en la percepción pública.

El texto discute cómo la sobresaturación de información y la necesidad de acceso inmediato a esta pueden afectar la capacidad de análisis crítico de los individuos, llevándolos a aceptar información manipulada. Se plantea que la guerra en Ucrania sirve como un campo de experimentación para las tácticas de comunicación y manipulación de la opinión pública.

Además, Quiñones examina la percepción de Rusia como un actor geopolítico predecible, argumentando que su comportamiento actual se enraíza en una historia de protección territorial y confrontaciones con potencias occidentales. Critica la ampliación de la OTAN hacia el este como un factor que, desde la perspectiva de Moscú, representa una amenaza existencial, exacerbando la percepción de una «fortaleza asediada».

En resumidas, el autor insta a una comprensión más profunda de las dinámicas históricas, socio-políticas y geopolíticas para interpretar y, posiblemente, predecir el comportamiento futuro de Rusia en el contexto internacional. Este análisis desafía a los lectores a mirar más allá de la superficie del conflicto ucraniano, enfatizando la complejidad de los factores que influyen en la guerra y su narrativa global.

Consideraciones derivadas de la Guerra en Ucrania. Año Tres

A la vista del título, el lector habrá podido deducir que no se va a encontrar ante otro análisis (canónico) sobre la Guerra en Ucrania o su posible, o quizás sería mejor decir, previsible desenlace. Esto quedará para otra ocasión. Mientras tanto, mi primera transgresión de las normas de estilo será comunicarme con ustedes en primera persona. Empezamos.

En los libros de historia, o cualquiera que sea el soporte al uso dentro de pocas décadas, el 24 de febrero de 2022 aparecerá como otra fecha funesta en la larga lista de ellas de nuestra historia contemporánea. Aunque en lo estrictamente militar la guerra de Ucrania ya está proporcionando un valioso material de estudio, especialmente para los niveles táctico y operacional, las claves hay que buscarlas en los ámbitos socio-político y geopolítico.

Por una parte el primero ofrece un marco explicativo apropiado para las narrativas bélicas y sus efectos sobre las percepciones de las sociedades implicadas. En segundo lugar la geopolítica sirve, básicamente, para entender cómo los actores principales del sistema internacional acomodan el ejercicio del poder a los imperativos de la geografía en os tiempos actuales en los que el sistema parece abocado a cambios estructurales. Para aquellos lectores familiarizados con la teoría de las Relaciones Internacionales resultará obvio mi enfoque realista.

El ámbito cognitivo es un ámbito del espacio de batalla que se incorpora a los tradicionales (tierra, mar, aire, espacio y ciberespacio) en el que la población civil es un objetivo preferente; desde individuos específicos hasta el propio sistema sociedad. No creo equivocarme al afirmar que el primer antecedente que se aventuró en esta campo fue, qué casualidad, la guerra de Crimea (1853-56). Si bien aún de forma primitiva, aquella fue la primera guerra relatada y registrada en imágenes que posteriormente fueron mostradas a una sociedad. Aquello resultó ser todo un revulsivo y demostró a los planificadores que la tecnología ofrecía enormes posibilidades en la batalla por el relato, cuya importancia no ha dejado de crecer desde entonces.

Actualmente el salto tecnológico vuelve a figurar, como entonces, como el factor diferencial en la construcción de narrativas. A causa de ello nunca antes había sido tan cierto el aforismo de que “lo importante no es lo que se cuenta, sino como se cuenta”.

No me cabe duda de que los especialistas en comunicación y construcción de narrativas a buen seguro que disponen de un inagotable campo de experimentación en la actual Guerra de Ucrania, pero alguno de los productos de StratCom (Comunicación Estratégica) podrían llegar a insultar la inteligencia del ciudadano medio por su tosquedad. No obstante, como he expresado arriba, eso no importa. Como ocurre con la publicidad comercial o con la propaganda, lo relevante es que causen el efecto deseado y el destinatario compre o asimile el producto.

La era posmoderna es la era de la información, en la que muchas de las necesidades inmediatas del individuo son autogeneradas y no responden a un imperativo real. La enfermiza necesidad de acceso a la información en tiempo real puede llegar a saturar la capacidad cognitiva del individuo, que acaba por ser incapaz de discriminar la realidad de la invención. En un caso extremo puede ocurrir, y de hecho ocurre, que la información manipulada, aunque no necesariamente fala, ha sido tan hábilmente edulcorada que es capaz de atravesar los filtros que se interponen entre emisor y receptor. Precisamente porque ha sido diseñada para eso.

De esa forma la capacidad de reflexión y análisis que se le supone a un individuo educado y formado en una sociedad democrática avanzada (sé que es mucho suponer, pero estoy teorizando) se está diluyendo entre el ruido informativo como un terrón de azúcar en el café. No obstante, de la misma forma en la que se crea una necesidad informativa, con la misma celeridad se desvanece; por lo que debe ser reemplazada por otra e iniciar una nuevo ciclo. Y así sucesivamente. Sin solución de continuidad.

medios digitales y redes sociales

Al hilo de todo ello recuerdo, precisamente porque estaba pendiente de ello, que al vigésimo día del inicio de la invasión esta dejó de abrir los principales noticiarios nacionales (los medios digitales y redes sociales serían otro caso de estudio). Los profesionales de la comunicación saben perfectamente que veintiún días, término medio, es lo que tarda la mente humana en acomodarse a cambios no radicales en sus rutinas diarias.

Este cuadro será, a buen seguro, bien conocido por muchos de los lectores ya que recientemente ha circulado por la Red. Proporciono el enlace a uno de sus numerosos accesos, aunque la mayoría de ellos dirigen a cuentas de “X” que lo van replicando. Acceso: https://www.quora.com/Is-Ukrainian-President-Volodymyr-Zelenskys-speech-at-the- UN-General-Assembly-effective-in-garnering-support-against-Russias-aggression .

La tecnificación de los medios de información ha corrido pareja a la de su masificación y a la popularización del entretenimiento, lo que ha derivado en la espectacularización (ojo; que no es invención mía, sino un neologismo aceptado por la lengua) de sus contenidos. No obstante, en el contexto de la

Guerra de Ucrania, pese a que para mantener a la audiencia en un estado de atención/tensión informativa permanente es preciso ofrecer a aquella sensaciones nuevas, no es por casualidad que los recursos empleados por los medios occidentales sirvan para reforzar aquellos mensajes diseñados por los especialistas de StratCom (no me cabe duda de que el lector sabrá quién o qué está detrás de dicho diseño).

Como condición necesaria, el relato debe configurarse con las modulaciones pertinentes para que sea fácilmente comprensible, asimilable o digerible por las audiencias objetivo que son, como no debería ser ninguna sorpresa, las sociedades de los países occidentales. Es decir, nosotros; ustedes lectores, los que no nos leen, yo, … nuestros vecinos comunitarios, etc). Pensando en borrador me atrevería a asegurar que el mensaje que nos lanza a la cara el dispositivo informativo, argumentum ad absurdum, viene a decir así como:

  • “Ucrania defiende los valores democráticos y la libertad frente al autoritarismo de la “La Rusia de Putin”, que pretende recuperar con las armas el estatus de la desaparecida URSS”.

Me gusta especialmente el de “La Rusia de Putin”, que en menos de media docena de palabras es capaz de satisfacer tres importantes objetivos desde el punto de vista narrativo. Uno, señala, ceteris paribus, como único responsable de la guerra a Vladimir Putin, el autócrata liberticida. Dos; exculpa implícitamente al pueblo ruso, que entraría así a formar parte del victimario del culpable. Y finalmente, lo más significativo desde mi punto de vista, traslada la idea subliminal de que “otra” Rusia es posible.

Esta última percepción es la que en mi opinión (en borrador) desvela de forma inequívoca de qué va todo esto; “es la geopolítica estúpido”, como diría Bill Clinton (aunque en realidad la frase original sobre la economía se debe a su asesor de campaña James Carville). En ese sentido, y en contra de la opinión generalizada, Rusia ha demostrado ser un actor geopolítico razonablemente predecible. Así lo ha demostrado a lo largo de una línea temporal cuyo origen creo acertado situar en el verano de 1709, cuando Pedro I derrotó al ejército sueco de Carlos XII en la batalla de Poltava (actual Ucrania, por cierto. Otra casualidad) y la balanza de la Gran Guerra del Norte empieza a inclinarse a favor del Imperio Ruso.

Poltava no acarreó la derrota definitiva de Suecia, sino que hubo que esperar al Tratado de Nystad (1721) que elevó a Rusia al estatus de potencia dominante en el norte de Europa. Se configuró así una situación geopolítica en la Región que, en términos generales, ha perdurado hasta la actualidad. De hecho, la invasión rusa de Ucrania en 2022 y la guerra que aún se libra allí desvelan que los intereses geopolíticos de Moscú no han variado desde entonces.

La historia de Rusia ha sido a buen seguro convulsa, lo que en principio no la diferenciaría de la de la inmensa mayoría de naciones. Pero lo relevante en este caso es que ha terminado por delimitar unos espacios geográficos, étnicos, culturales y políticos con los que sus habitantes se identifican y en los que se reconocen como rusos. Para ser más concretos, dichos espacios se corresponderían con los del Imperio Ruso en vísperas de la I GM y es el mapa que todo ruso conoce desde su infancia e identifica con la Rodina o Madre Patria.

Nada menos que ocho siglos antes de la configuración definitiva de tal mapa la disolución de la rus de Kíev despejó el camino a la invasión del Kanato mongol de la Horda de Oro, que se prolongó entre los siglos XIII y XV. Una de sus consecuencias más notorias fue la fragmentación de los eslavos orientales en tres naciones distintas; Ucrania, Bielorrusia y la Rusia actual. Esta última se desarrollará en torno al Gran Ducado moscovita, surgido precisamente en el seno de los complejo sistema de equilibrios y alianzas como consecuencia de la invasión mogol.

Desde entonces los habitantes de aquellos territorios, que intuitivamente la mayoría de nosotros asociaríamos con la idea de Rusia, se han visto ante el peligro de su desaparición en repetidas ocasiones. A decir verdad, en tres ocasiones en las últimos 150 años. Y las tres la amenaza vino del oeste. La última de ellas fue la Gran Guerra Patria, más conocida por la historiografía occidental como Segunda Guerra Mundial (II GM). Entonces la URSS era la

forma que adoptaba el estado ruso y sufrió alrededor 23M de muertos, lde los que una gran parte fueron no combatientes.

Esa cifra, por poco que se piense, resulta apabullante y representó más del 30% del total de víctimas mortales que se estima costó la II GM, la primera librada realmente a nivel planetario. Sin duda, la tragedia colectiva que ello supuso para el pueblo ruso permanecerá todavía en su memoria histórica durante mucho tiempo.

La lección aprendida por los rusos a lo largo de su historia es tienen un problema irresoluble de protección de fronteras, lo que junto a su inmensidad territorial constituye un concionante geopolítico de primera magnitud. Por eso, las variables geopolíticas nunca han dejado de ser determinantes para la formulación de la política exterior de Moscú, desde cuya óptica aportan un marco explicativo racional a la actual guerra en Ucrania y, no lo olvidemos, a sus antecedentes.

En cualquier caso, las invasiones provenientes tanto del este como del oeste han afirmado en los dirigentes rusos esa percepción de fortaleza asediada que la perspectiva occidental interpreta displicentemente como paranoia.

De esta forma, nos guste o no en el Oeste, la discutida ampliación de la OTAN hacia sus fronteras occidentales es, hasta ahora, el último capítulo en el libro de la sensibilidad rusa sobre su seguridad. Las sucesivas ampliaciones de la Organización Atlántica llevan aparejados en los espacios interesados cambios en lo económico, político y social que, junto a los de seguridad, han terminado por armar desde la óptica del Kremlin el esqueleto de una amenaza existencial.

En fin, lo que pretendo explicar es que solo hay que unir las claves históricas y socio-políticas con las variables geopolíticas para empezar a comprender y, con suerte, predecir en lo posible el comportamiento de Rusia. Fácil, ¿verdad?

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